viernes, 26 de octubre de 2018

Amada Amante

Las canciones de Roberto Carlos son tristísimas. No sé por qué exactamente. Quizás me recuerdan una etapa de mi infancia que asocio con tristeza. Vivíamos en Papantla y tengo recuerdos vagos de la casa de Eduardo Méndez; un comedorcito redondo y cortinas grises y rojas de un diseño que no sé describir pero que asocio con la moda de los 70´s. Lázara era una de mis nanas, creo que después de que llegara una tal Micaela, que ya no recuerdo, pero que mi papá cuenta siempre que me daba de comer sólo frijoles y que por eso me gustan tanto. O también una María Pérez que ya no recuerdo, pero que tenía dos hijas: Casiana y ¿Juana?, de quienes mi mamá cuenta varias anécdotas que recuerdan su poco español ("quininiques" le decían a los calcetines las hijas, y María Pérez las corregía que debía decirse "calcitubos, calcitubos"). Lázara creo que tenía una hija que se llamó Amada y que murió muy joven, o niña aún. Dominga era otra de mis nanas, más joven, y de ella sí tenemos algunas fotos. Me cuentan que yo de niño (cinco, seis años tal vez) le sobaba las piernas mientras ella planchaba. Se casó muy joven. Tuvo una niña a la que mi mamá creo que ayudó a ponerle nombre: Berenice, creo. Después llegó María Tiburcio, y en ese entonces había también una Eva, la que le preguntaba a mi papá: "Don César, va a querer enchiladas con queso o sin queso, porque no hay queso". Algunas de las nanas ya llegaron en la época en que íbamos a la iglesia Bautista, por lo que terminaron iendo también con nosotros. Yo jugaba en el pasillo exterior que está casi un piso por debajo del nivel de la calle, como eran muchas de las casas de la calle.
No sé por qué todo eso lo recuerdo ahora con tristeza...
De Lázara ya no sabemos mucho; su marido era zapatero, trabajaba cerca de Cuatro Caminos, era alcohólico y le pegaba, y murió de cirrosis. Parece que mi mamá la vió hace algunos años. Ella era de un pueblo de Tihuatlán llamado Zacate Colorado, donde fuimos alguna vez a bañarnos en el río Cazones, y cuentan que alguien estuvo a punto de ahogarse. Por alguna razón la recuerdo con un diente de plata, con media sonrisa, y blanca de piel.
Dominga murió apenas hace un año o menos. Tenía una cantina en Papantla, cerca de donde vive mi Tía Rosita, y se dedicaba a mesera de cantinas desde hacía mucho. Mi mamá la veía a veces y me contaba que siempre preguntaba por mí. A mí me apenaba verla.
De María Pérez no supimos mucho; doña Micaela era mamá de alguna otra persona que ahora no recuerdo; a Eva ya nunca la volvimos a ver. Y sé que mis papás tenían otra muchacha que les ayudaba, a quien mató su novio, creo que mientras trabajaba para nosotros. No tengo muchos detalles. Y cada que oigo a Roberto Carlos cantar "el gato que está triste y azul, nunca se olvida que fuiste mía" se me hace la canción más triste del mundo. Amada amante por alguna razón me recuerda a Amada, la hija de Lázara que murió, aunque ya no pueda recordarla con claridad. Sentado a la vera del camino me trae de recuerdo a Topo Gigio cantando, tristísimo, esa canción. La Montaña me recuerda una película mexicana de un niño que al final de una peregrinación se acerca a una montaña para buscar a Dios, y morir en el intento. Todo es triste. "Yo te propongo..." dice Roberto Carlos... Y yo sigo muy triste.

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