No sé por qué todo eso lo recuerdo ahora con tristeza...
De Lázara ya no sabemos mucho; su marido era zapatero, trabajaba cerca de Cuatro Caminos, era alcohólico y le pegaba, y murió de cirrosis. Parece que mi mamá la vió hace algunos años. Ella era de un pueblo de Tihuatlán llamado Zacate Colorado, donde fuimos alguna vez a bañarnos en el río Cazones, y cuentan que alguien estuvo a punto de ahogarse. Por alguna razón la recuerdo con un diente de plata, con media sonrisa, y blanca de piel.
Dominga murió apenas hace un año o menos. Tenía una cantina en Papantla, cerca de donde vive mi Tía Rosita, y se dedicaba a mesera de cantinas desde hacía mucho. Mi mamá la veía a veces y me contaba que siempre preguntaba por mí. A mí me apenaba verla.
De María Pérez no supimos mucho; doña Micaela era mamá de alguna otra persona que ahora no recuerdo; a Eva ya nunca la volvimos a ver. Y sé que mis papás tenían otra muchacha que les ayudaba, a quien mató su novio, creo que mientras trabajaba para nosotros. No tengo muchos detalles. Y cada que oigo a Roberto Carlos cantar "el gato que está triste y azul, nunca se olvida que fuiste mía" se me hace la canción más triste del mundo. Amada amante por alguna razón me recuerda a Amada, la hija de Lázara que murió, aunque ya no pueda recordarla con claridad. Sentado a la vera del camino me trae de recuerdo a Topo Gigio cantando, tristísimo, esa canción. La Montaña me recuerda una película mexicana de un niño que al final de una peregrinación se acerca a una montaña para buscar a Dios, y morir en el intento. Todo es triste. "Yo te propongo..." dice Roberto Carlos... Y yo sigo muy triste.
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