Aquí ando de nuevo. Otra vez en Pennsylvania, aunque también otra vez sin ganas de estar y arrepentido completamente de haber cambiado de trabajo. Ahora tengo más responsabilidades burocráticas y menos diversión; definitivamente las ganas de trabajar me están jugando en contra. No sólo me aburro y me deprimo con este nuevo trabajito. También estoy siendo terriblemente ineficiente y boicoteando mis resultados.
No entiendo y no quiero entender cuál es mi objetivo en el trabajo. Me busco enemigos por todas partes y me cuesta trabajo pasar de ejecutor a planeador. Creo que definitivamente necesitaré de ayuda profesional, o bien, de una reconversión espiritual. El budismo, la ceguera, los sueños, la cábala, el infierno de Dante, la poesía y el asombro del Oriente en el Occidente fueron las únicas cosas que me alegraban los días. No tengo disciplina y estoy cada vez más lejos de ser esa persona que creía ser. Tengo un auto nuevo, pero estoy más triste, más comprometido y con menos días de vacaciones. Si bien, todos los días, sin excepción quiero hacer todo: ser excelente en mi trabajo, un dibujante consumado, nadador de pecho, krol y dorso, guitarrista y malabarista, y aprendiz de alemán, francés, italiano, chino mandarín, japonés y portugués. Todo y nada. Lo que quiero hacer y lo que en realidad logro.
Además están mis hijos, con quienes cada vez más estoy en deuda: por el tiempo, la escuela, las tardes libres y las vacaciones que no les he podido dar. No conozco siquiera Acapulco.
domingo, 3 de octubre de 2010
Suscribirse a:
Entradas (Atom)